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Casa en Villacielo

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Ubicación: Córdoba, Argentina
Año: 2012
Autores: Arq. Mariela Marchisio, Arq. Cristián Nanzer

MEMORIA DESCRIPTIVA
La dirección de la mirada construye el paisaje, de ese magma evanescente  de tiempo y espacio, captura por un instante su propio territorio, la acción de mirar se parece a construir, nunca es ingenua e inocente, siempre hay una dimensión cultural que la sostiene, un sesgo de época que la identifica,  funciona como un mecanismo de selección y  montaje, que pronto recurre a la memoria, el reservorio de la existencia y es ahí, cuando el paisaje se hace propio, subjetivo y manipulable, relacional y evocador. Todo paisaje es pasajero, o mejor dicho, la proyección de la mirada nos devuelve la certeza de ser nosotros mismos pasajeros momentáneos en el paisaje, esa convicción nos confiere ubicuidad y temporalidad en medio del tránsito. Todo paisaje es perecedero, igual que los portadores de de las miradas. Justamente por eso, el paisaje se nos revela en un instante como profundamente humano.

Atravesar el paisaje, el proyecto de esta casa intenta desarrollar  este argumento, inducir la comunión cotidiana de sus moradores con el entorno circundante. Ellos son un matrimonio que habitualmente vive en Bs. As., pero de a poco quieren abandonar su residencia en la ciudad y radicarse en la tranquilidad y sosiego de la villa serrana. Es en torno a la presencia dominante del cerro Uritorco, en el pedemonte de la sierra de Punilla, que se articula la disposición de la obra, las visuales y orientaciones llevaron a definir su emplazamiento y materialidad. Básicamente un prisma pesado de hormigón ciclópeo que al posarse en el terreno inclinado da cabida a dos plantas, la inferior o subsuelo contiene una cochera doble abierta que sirve como una extensión del área de asador y pileta, conjuntamente con una pieza de huéspedes totalmente independiente de la estancia principal. El subsuelo se compone como un basamento, a la vez que eleva la posición de las áreas principales de la casa, por encima de este se asienta un muro socavado donde se alojan todos los servicios domésticos: cocina, baños, vestidor , patio de servicios e ingreso principal, construido con una técnica muy rústica que alterna hormigón a la vista y hormigón ciclópeo encofrado, el basamento y el muro de servicios da cabida y marco a los espacios de estancia, por sobre los muros pesados, se posa una estructura liviana de perfiles de acero, que resuelve la modulación base del proyecto, en función de la optimización de los perfiles: 1.50m en el sentido longitudinal , 1.20m en el sentido transversal. Cerrada con una carpintería de aluminio natural, definiendo el perímetro del estar, comedor y dormitorio principal, estos se sitúan en franca relación con el paisaje, el cual lo invade todo y produce variaciones de atmósferas según el color mutable de la luz a lo largo del día y del año. Para acrecentar esta relación de la casa con la luz ambiente, es que la cubierta inclinada siempre se separa de los muros de hormigón a través de una carpintería perimetral, a la vez que se extiende por encima de ventanas y muros, conformando un plano independiente que da lugar a la aparición de una galería al noroeste y aleros en el resto de sus lados.

Para conferirle seguridad y sombra a los grandes paños vidriados, se idearon postigones  corredizos de metal desplegado semipesado que conjuntamente con la estructura metálica le ofrecen homogeneidad y cierta sutileza que contrasta con la rusticidad e imperfección de los acabados del hormigón.

En el ingreso se conjugan muros de hormigón con una cerca de “palo a pique”, técnica muy común para la construcción de corrales en  las sierras, con la salvedad que todos  esos troncos  se extrajeron de árboles caídos o arrastrados por las crecidas de los ríos, sin hachar un solo árbol, tarea que emprendió un baqueano y amigo del lugar: Bernabé Leal.

En el vacío esencial del espacio interior, se destacan dos esculturas del artista Hernán Dompé, que intensifican con lo lacerante de su geometría, la analogía del paisaje áspero del exterior.

Finalmente cabe decir que rigieron el proyecto de esta obra ciertos principios de contención, de austeridad material y formal, con la expectativa de que el tiempo permita amalgamarla sin agresiones ni estridencias a su lugar de emplazamiento, hasta que llegue el momento, como un premio, de pasar desapercibida, de transformarse en un componente más del paisaje que la aloja.